Las ultimas charlas excitantes fueron con Natalia, ella estaba en mis brazos y yo estaba en su mirada, fue hace tanto tiempo, ella trataba de explicarme la prueba de la existencia de Dios según San Anselmo y yo tomaba nota de esas pequeñas muecas, invisibles, que se dibujan en la comisura de los labios de los hombres y mujeres con pasión mientras hablan. De un momento a otro, terminamos hablando, no se como, de que hubiera pasado si Marx le hubiera prestado más atención a Holderlin que a Hegel, quizá su filosofía adquiría ese espíritu, ese Geist adecuado. (Nota de Abril de 2021)