Es difícil describir el sentimiento que embargan a estas letras, letras de ya configuradas por un sujeto que tampoco es capaz de entender lo complejo de las situaciones que han llevado a este momento. Para empezar pareciese que toda posibilidad de felicidad se difumina o por lo menos se posterga y se reabre una puerta, esa puerta del exilio que le entrega, de nuevo, sin permiso, sin su anuencia, sin ser bienvenido, con un tibio previo aviso, se le entrega la blanca hoja inscrita bajo un tipo de litografía reconocida pero despreciada que parece recitar: “debe ir, porque sí; qué debe irse y mejor si es rápido” Como se van dando las cosas jamás termina importando, como concluyen las cosas tampoco viene siendo relevante, pero pareciese ser que es lo más valedero en todo este trajinar llamado vida. No es miedo lo que a este sujeto le hace escribir, viajar—aunque exagera al decirlo—es algo a lo cual está acostumbrado y dependiendo los destinos es una opción que finalmente siempre será bienv...