… Que puede esperar un hombre desventurado? solo un puñado de suerte
dando vuelta en la esquina….
Describo a Gabriel como mi mejor
amigo y luego no hallo otra descripción para él, podría decirse que aquellas
ideas retorcidas acerca la vida y más
aún de la existencia, como hija bastarda de la primera, hicieron que ambos
cierto día entablásemos una charla que a la fecha se perpetua ya con matices
diferentes, pues en el cuadro de nuestras vidas él se volvió padre y esposo y yo sigo siendo yo. Podría decirse que a ambos la vida
nos ha sonreído de formas diferentes y ambos hemos dado la espalda a otras
muecas de esta: unas de más agrado que otras.
El me conoce de la misma forma
que yo lo conozco y ambos sabemos tan poco del otro que esas dudas y
seguridades nos hacen sujetos confiables para ambos, y creo verazmente que este
último atributo, el de la confianza, es y ha sido capital en la evolución de la
sociedad humana, por más que siempre se haya teñido de cierta hipocresía, que
al fin y al cabo también es necesaria para nuestra individualidad y
supervivencia.
Una partida de poker suele
parecerse a la vida, por eso tal vez
siempre nos ha gustado este juego ambivalente entre el gusto y el disgusto, la
riqueza y la pobreza, el todo y la nada, el silencio y el bullicio, la sonrisa
y la desaprobación contenida, el amor y
lo otro (si alguien sabe que es este
otro me escribe). En una partida de poker, similar a la vida, dispones de dos cartas (en si nuestras
aptitudes, dones o como quieras llamarlo) que ayudadas del flop (que vienen a
ser las cinco cartas restantes que se lanzan y cuyo parangón en la vida
llegarían a ser las oportunidades) te colaboran en afrontar
al contrincante en formas diferentes y muchas veces, casi todas en mi parca
experiencia, ese contrincante es la vida misma es decir nosotros mismos.
Nosotros que nos enfrentamos a nuestras
emociones que pretenden gobernar nuestras razones u olvidamos del todo nuestras emociones para entregarnos a nuestras razones, nosotros que al mando de ciertas aptitudes
optamos o desechamos ciertas oportunidades. Sin embargo, no podemos dejar de lado, claro está, que
desde la primera carta que se te otorga hasta la 5ta del flop que es lanzada,
la suerte está presente. Entonces como en la vida misma, si arriesgas más puedes ganar más, si haces bien las cosas los resultados pueden ser buenos y si las cosas las haces malas, pues los resultados seran malos, pero más fascinante aún es que a momentos haciendo bien las cosas y teniendo la mejor mano, puedes perder el juego, caer y luego levantarte.
El ambiente diferente a otros dejo en la partida final al
mejor amigo de Gabriel (es decir de alguna forma Yo) y a Susana (una
desconocida hasta ese día) de reducida estatura pero cuyos ojos compensaban el
tamaño minúsculo de su envoltura, y a
los cuales costaba mirarlos sin miedo a caer hipnotizado presa del olvido de ti
mismo por ti mismo. Se encontraba a 90 grados míos, por lo que se decidió que
me sentara frente a ella para las manos
finales; manos finales que dado el curso de la partida se convertirían en una única
mano final. De mi lado lo tenía a Gabriel, mi mejor amigo y él que horas
previas me convenció de participar de
este juego para hacernos de unos billetes, en todo caso creo que él quería
hacerse de unos billetes; del lado de
ella estaban otros cinco amigos de Susana y el hermano de Gabriel. En el ambiente cierta tensión se retenía,
sería tal vez por la cantidad de dinero apostado o porque la final incluía a
una mujer, algo poco común en sí. Yo cargaba con un gran bote de fichas que
incluían no solo el dinero de mi mejor amigo que había decidido otorgármelo por
la gran racha que esa noche—fría y
lluviosa—me otorgo, tal vez como un puñado de suerte encontrado a la vuelta de
la esquina, sino también como resultado de aplastantes victorias que logre.
Susana, una minúscula creación, delicada y armada finamente por Dios, contaba
también con un pozo enorme de fichas, cada una de ellas ganadas
por la ferocidad y agresividad con la
que ella encaraba a sus adversarios, haciendo de la intimidación una arma
perfecta, sin embargo, a lo largo de la
partida había caído en cuenta de algo: que Susana mientras menos segura de su
mano estaba ( las primeras dos cartas que se te otorgan) en la cuarta y quinta
carta del flop solía ir con todo o como lo llamamos en ingles el “ALL IN”,
logrando así que cada uno de sus retadores abandone la partida antes de la
carta final.
Llegada la hora de la última mano
me sentía tranquilo, calmo y seguro mientras esperaba recibir las cartas y
sucedió; recibí mis dos cartas, así como Susana recibió las suyas,
retire la mano del mentón lugar en el que suelo tenerla acampando mientras
juego para revisar las dos cartas
recibidas y saben?? que difícil resulta
esconder tus emociones cuando tus cartas
son un:
Redoble la apuesta sin mirar a
Susana que inmediatamente reviro mi apuesta doblándola, en ese instante y
seguro de la buena mano que tenia, decidí pagar para ver el Flop (pude haber
subido la apuesta más y esperar que abandonara pero quería que ella apostase
más y para eso era necesario la irrupción del flop o las primeras tres cartas u
oportunidades). Salieron, entonces, las tres primeras cartas del flop que eran:
Ya tenía dos pares, y mire
tímidamente a Susana que no me devolvió la mirada, no vi ninguna muestra de
miedo o duda en ella, entonces bajo el argumento que mi mano era realmente buena y buscando que ella
piense lo contrario pase mi turno con un sutil toque sobre la mesa, mientras baje
la mirada y me recosté nuevamente en mi mentón. Así Susana lo pensó un rato,
note que me miraba e inmediatamente hizo una movida no prevista y también pasó y
por tanto, la cuarta carta salió a relucir, era un:
Así el flop de cuatro cartas y en
vista de una probable quinta carta era de:
Tenía el Full House, el puñado de
suerte esperado por mi amigo y por mi se hizo presente y si las oportunidades
se muestran tienes que usar todos tus dones y uno de los primeros dones para
todo jugador y todo ser humano será: “saber reconocer las oportunidades”,
entonces mire a Susana que evito mi mirada nuevamente y aposte el 50% de mis
fichas restantes, ella no me miro y en el breve lapso que yo esperaba que ella diga
“NO VOY” me sorprendió nuevamente y dijo: “ALL IN”, conociendo la fortaleza de
mi mano y recordando que Susana suele “ir con todo” cuando no confía en su mano
en la 4ta y hasta 5ta carta, repuse sin miedo “ALL IN” y así ambos nos
levantamos de nuestras sillas y por supuesto que los que nos acompañaban nos
siguieron y así en el ambiente no existía nadie más sentado. En espera de la
última carta, vi a Gabriel sonreír cuando
gire mis cartas y mostré el FULL HOUSE de 10eses y Ases, pero también vi como los
amigos de Susana se llevaban las manos a la cabeza y otros se sentaban
desesperanzados, pero Susana siempre erguida e indiferente a mi mano
virtualmente ganadora y esbozando una mueca de aceptación frente a mi mano,
mostro sus cartas y estas fueron una:
Tenía el Full House y ella no
tenía más que un proyecto de escalera real en espera de una Jota de espadas, mi
confianza era grande y la de Gabriel también, habíamos ganado pues que
probabilidad existe para que salga una Jota en la última mano de este juego, de
este día, de esta semana, de este año, de esa baraja…. Habíamos ganado y ese
puñado de suerte rodeando la esquina se hizo presente. Mantuve la seriedad como
todo jugador de Poker y esbocé una misma mueca de aprobación hipócrita frente a
las carta de Susana (mientras por dentro pensaba “está loca, ya gané” y hacia
los cálculos por adelantado de la repartición del efectivo con Gabriel “sería
un 60% para mí y un 40% para él, además le invitaría las cervezas en el festejo
posterior”).El silencio en el ambiente y la inmutabilidad de los participantes se quebró con el primer movimiento de Susana de desesperación en toda la noche,
cruzo las manos y entrecruzo los dedos cuál persona invoca una plegaria a su
Dios. En ese ambiente ceremonial gobernado por el silencio y la tensión contenida Gabriel irrumpió también
con dos palmadas en mi espalda y un gesto de victoria anticipada con el puño
cerrado. Llegó así la hora de que la última carta se devele, entonces siguiendo
el orden ceremonial impuesto por todos los presentes en esa noche se elimino una de las cartas de la baraja
lentamente para luego extenderse la
última carta boca abajo e inmediatamente volteó orgullosa representando en su
cara la suerte de uno de los presentes, y entonces se mostró:
Sentí a Gabriel caerse a mi lado,
derrumbarse lentamente sobre la silla mientras un coro estruendoso, partió al
silencio, desgarrando la noche al unisonó de una fanfarrea dirigida por el EHH!!!!!! Divise algunos brazos en el cielo y
con las manos empuñadas y a Susana confundida en una serie de abrazos. Es una
Jota me pregunte y volví a preguntarme;
y si era una cruda, dura, y oscura Jota de espadas que pareció
atravesarnos a mí y a mi amigo de forma traicionera esa noche. Me di vuelta
hacia Susana y le extendí la mano, mientras esbozaba otra mueca de aprobación
ya desfigurada por un desconsuelo que invadía cada fibra de esta desventura,
ella me dio la mano y dijo “buen juego”, repuse “gracias” y volvió a
confundirse entre sus amigos. No quise girar para encontrar a Gabriel, pero lo hice
y sus palabras que siguieron me dolieron mucho más que la derrota misma: “me
prestas para el minibús” musito lentamente; musite, también lentamente, “por
supuesto”.
En silencio caminamos cierto
tramo, hasta que apareció el minibús de Gabriel le preste el dinero que me
había pedido con anterioridad y nos
despedimos creo que dijo algo como “ni modo”, creo que le dije algo como “chau y saludame a mi ahijada”. Me tocó caminar a casa mientras recordaba a
Lucky Peterson y silbaba su “I Wish I Knew How It Would Feel To Be Free”.
El poker es como la lotería y a
veces , solo a veces, como la vida: una reverenda estupidez. Enciendo el cigarro, y me dispongo a caminar
dos kilómetros aproximadamente……………
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