Querida Alison:
Estuve pensando en
aquellos días de junio, en tu risa
indefinible de sarcasmo y alegría, en el vacío de esos ojos carentes de camino,
como el de todos los humanos que empezaron a transitar estas tierras ya hace más
de 200 mil años, recordé un beso pequeño tras otro en la espalda, un abrazo lejano
después de otro más cercano y tu ansía
libertaria en contra mi estatus carcelario.
Recordé aquellos días de Junio, días como cualquier otro
día, pero contigo en el depa, la planta siempre con agua, los horarios televisivos
siempre divididos y los libros junto a la playstation como nunca cerrados y
apagados. Recordé tu café y el aroma de
tu toalla luego de la ducha, lo cual me hacía
pensar en Proust y el tiempo perdido. Recordé
tus salidas siempre presurosas con el beso corto en los
labios mientras yo despertaba de ida a
un trabajo que me encadena y al cual sigo encadenado,convirtiéndome en aquel
mono que el Zaratustra de Nietzsche siempre rezongará.
Recordé
nuestras noches, nuestras charlas y nuestros sonidos en la cama, recordé tus
retos y las rosas que siempre olvidaba, tu lucidez y mis momentos brillantes. Te recordé cantando a Bruno Mars, mientras luego seguía Lady Gaga y hacia el final esperaba mi "Brain damage" de los buenos de Pink Floyd. Te recordé durmiendo mientras trataba de despertarte para que veas al Endurance, la nave comandada por Cooper, pasando por los anillos de saturno camino hacia el agujero de gusano.
Te recordé callada y hablando, te recordé llorando y riendo, te recordé perdida y en el camino, te recordé siempre platónica, mientras yo era el aristotélico, siguiendo una definición borgiana de los hombres. Recordé las pequeñas cosas, aquellas que no pueden escribirse, aquellas contrafácticas, metafísica y berkleyanas. Recordé nuestras pequeñas cosas.
Querida Alison, te espero donde siempre, a la misma hora y
con el mismo cafecito, hay una nueva película que quiero que veamos y deseo con ansias cerrar los libros. Un besito seguido de otro más chiquito.
Siempre tuyo.
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