Y entró, junto a ella quien sabe y la verdad no importa, de su rostro poco puedo hablar, la oscuridad me convierte en un completo inútil para definirla, la facies enjuta, el cabello acomodado en una media cola resaltan sus facciones y aunque nunca sonríe (lo cual solo podría arruinar su esplendor) tiene los ojos brillando y parece tan indiferente al medio (que la hace aún más poderosa), por debajo un cuello hallase una blusa blanca oculta por lo que entiendo es una chamarra lila, que de ahora en adelante será un manto lila, muy al cuerpo (que podrían ser lo mismo) dibujando así una cintura. Ese manto lila que se extiende hasta mitad de los muslos, deja escapar por debajo dos piernas torneadas cubiertas sutilmente por un jean jaspeado, que fácilmente y sin reparo alguno podría ser parte de la piel, guardando aún así su belleza y esplendor, el camino de las piernas es largo (pero podría mirarlo y recorrerlo toda una vida) terminando en dos zapatillas pequeñas de una intensidad inferior al lila, de lo que creo era una chamarra, pero ahora es un manto. Son esas dos pequeñas zapatillas, de donde se colige dos pequeños pies que junto a ambas piernas ejecutan los pasos y son esos pasos (al ritmo del inconsistente Bob Marley) que hacen de ella, no sé quien, una sensualidad extraña que escapa al fetiche lésbico de 2 mujeres bailando, una reina de lo oscuro cuyo brillo es su danzar, Cleopatra y Mata Hary juntas, la reina de la belleza y la espía bella, belleza y peligro. Ella ahí, un pie sale y al mismo tiempo el otro entra, mientras ambas manos acompañan esa tesitura, notas musicales que su cuerpo dibuja en el pentagrama de la pista de baile, su cabeza no queda exenta (pero describirlo así de forma tan separada no hacen ningún honor a este danzar). Hace una palma para ella misma y el pie izquierdo responde y va hacia afuera, otra palma lleva la misión al derecho, las palmas al frente ordenan que los hombros se sacudan y sacudan a cada visitante, mientras y de forma poco efectiva el danzar de su acompañante, otra dama en la corte de la Reina Oscura que de ahora en adelante no es reina sino Diosa, no puede contener el impacto y la onda de su predecesora.
Ella ahí, mientras Bob Marley hace el intento de cantarle, ella ahí deja de ser lo que es y se convierte en la utopía del cuerpo tópico de Foucault (1), ella ahí es y será ahí todo por siempre en lo frugal de ese instante que ella ha hecho suyo por siempre.
Quise hablarle, pero no me permití arruinar ese instante y mucho menos que ella pudiera arruinarlo, después de todo cuando se ha visto que las Diosas entren en contacto con los humanos y ya con Prometeo(2) tenemos suficiente. En Fin, las diosas solo deben pensarse de vez en cuando, cuando las noches así lo ameritan y los días aún cuenten para nosotros los hombres. Ya sabéis entonces y podes contarlo al Mundo: Gonzalo Amador, fue testigo del baile de Diosa Oscura, que llego y se quedo en ese instante para siempre…..
(1) El cuerpo utópico, Michel Foucault.
(2) Prometeo robo el fuego a los Dioses y lo dio a los hombres (imagino que ese fuego era la pasión de una Diosa)
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