“La única forma de acabar con los paros, las huelgas y las marchas es la bomba…….Sueño con el día en el cual despierte, o mientras duerma, o haciendo el amor, o comiendo, o caminando con mi hija, la bomba sea lanzada y así acabe con todos”
Gabriel Mendoza C.
Y aunque tarde, salí de Cobija. El vuelo retrasado por una nubosidad no calculada por meteorología fue la culpable. Ese atraso aunado a 50 bolivianos que se me hizo pagar por un error en el número de vuelo y fecha del mismo que se consignaban en mi boleto presagiaban de antemano mi encuentro con la ciudad de La Paz. Mi Retorno, que tenía más que ver con un chequeo cardiológico que otras cosas, pero que sin embargo serian aprovechadas para estas otras cosas también termino en La Paz, ciudad de altura abrazada por el Alto y vigilada por el Illimani, ciudad de diferentes raíces en la cuales reverbera una locura de cemento, patriotismo, carne, resignación, inconformismo, sangre, odio, sonrisas, paros y anhelos. Abrazos y besos lanzados a nadie y a todos, masas informes de gente que son todos y a la vez nadie, que despiertan mientras algunos duermen y aman mientras otros creen. Una La Paz, ni tan La Paz, una La Paz siempre cambiante, linda y fea, india y mestiza, valiente sin gramos de cobardía en su balanza hecha de habitantes pobres, muchos sin futuro y otros ricos y con rumbos definidos, suicidas, proxenetas, ladrones, activistas, políticos, solitarios, ricos, y otros con menos, una La Paz de silencios contados, y griteríos de mercado en plazas centrales, erudiciones siempre vacías y derrame de lagrimas en un Choqueyapu perdido engullido por la serpiente de concreto, una La Paz presa de lagrimas por aquello perdido que nunca se tuvo.
Camino en medio de esa masa informe, me deslizo sin mucho afán, tal vez fatigado pero no menos a gusto, pienso tímidamente en que no cambiaría esta ciudad mientras escucho a Gabriel (mi mejor amigo, si es posible definir esto) claramente hastiado de las calles vacías gobernadas por marchas y bloqueos, a la vez que oculto mi gusto por este fenómeno. Lejos es divisado un centenar de personas que se abren paso en medio de otro centenar de personas que a su vez bloquean a otro grupo de personas, los canticos, las frases que resuenan y los viejos clichés sindicalistas me hacen pensar en lo anacrónico de nuestra política y de nuestros políticos y luego caigo en cuenta de lo intemporal de la frustración humana y el subsecuente nacimiento de la política; esos canticos, la masa, el ritmo acompasado y los petardos ( dinamita si tienes la suerte de cruzarte con mineros) parecen convertirse en los primeros elementos o material necesario para organizar el bloqueo, podríamos si quisiésemos los bolivianos realizar un manual del perfecto bloqueo le digo a mi amigo y este sonríe sin entenderme.
Las peticiones, quejas, solicitudes, demandas son diferentes y hasta antagónicas: un grupo que asciende por el Prado, tomando la Bueno que de ahora en adelante llamaremos “los textileros” reclama mayor mercado que el venezolano para sus exportaciones, un segundo grupo “los transportistas” exigen, viciados de nulidad por el pueblo paceño que suele silbarlos a cada paso, un aumento definitivo en su tarifa de transporte mientras serpentean por la Camacho para acceder al Prado a través de la Colon; la Caja Nacional de Salud está presente y esta vez me evito comentarios; un grupo “los mineros”, ya se encuentra asentado cerca a Correos y de tanto en tanto, hacen alejar a los otros marchitas de este su territorio con el estallido de un cachorro de dinamita, finalmente el último grupo “los ciudadanos de a pie” como nos han llamado de forma tan desatinada algunos medios de prensa nos abrimos paso en medio de toda esta “masa informe”. Somos ellos y ellos son nosotros, usualmente en medio de ese retrato político caemos todos en algún lado.
La Paz, ni tan en Paz, es vista desde la flota que me lleva ahora a Oruro, deje a mi amigo en aquella ciudad de la cual tímidamente pienso no alejarme, para dirigirme a la ciudad de la cual me alejo sin quererlo repensando verla siempre. Escuchando el Modeselektor with Tom Yorke que expone de forma clara la posibilidad eulogica del discurso electrónico/rockero sin necesidad de caer en lo progresivo y alrededor de 2 km para llegar a Oruro se nos anuncia, con temor a nuestra respuesta, la existencia de un bloqueo en la carretera Oruro-La Paz específicamente en Caracollo. La razón del bloqueo: un conflicto de límites entre Potosí y Oruro.
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